
Si estás atravesando la perimenopausia, sabes lo que se siente: el cuerpo cambia, la mente se dispersa, las emociones se intensifican, y muchas veces, todo eso ocurre al mismo tiempo.
Es una etapa llena de preguntas silenciosas, de cansancio que no se va con una siesta, de días en los que simplemente no te sientes tú.
Y mientras el mundo sigue exigiendo tu atención, tu presencia, tú sólo deseas una cosa: parar. Respirar. Sentirte otra vez.
Hoy quiero hablarte de algo simple, pero profundamente necesario: cómo crear tu propio ritual semanal de autocuidado.
No como otro ítem en tu lista de pendientes, sino como un momento tuyo, íntimo, sagrado, NO NEGOCIABLE… para volver a ti.
Cuando el cuerpo y la mente piden una pausa (y tú no sabes cómo dártela)
¿Te ha pasado que te sientes desconectada de ti misma?
Un día te das cuenta de que algo cambió. Ya no tienes la misma paciencia. Te irritas fácilmente, incluso con quienes más amas. El cuerpo está más cansado, aunque hayas dormido. Te sientes más sensible… como si las emociones vivieran en la superficie de tu piel. Y por dentro, una voz que apenas se escucha te dice: “Necesito un respiro”.
La perimenopausia no siempre se presenta con grandes avisos. A veces llega en forma de cansancio emocional, de ansiedad leve pero constante, de un deseo urgente de estar sola, de buscarte y no encontrarte.
Y en medio de todo eso, sigues siendo la que cuida, la que responde mensajes, la que cocina, la que va, la que da, la que cubre necesidades de los demás.
Pero, ¿y tú? ¿Quién te cuida a ti?
No eres la única ni estás sola en esto. Y lo que estás sintiendo no es debilidad. Es una señal: tu cuerpo y tu alma te están pidiendo que vuelvas a ti.
El autocuidado no es egoísmo, es supervivencia emocional
Como mujeres nos enseñaron que cuidar de los demás es lo correcto… y que cuidarnos a nosotras mismas es egoísta. Que si nos tomamos un tiempo, somos desconsideradas. Que si decimos “no”, estamos fallando.
Pero eso no es verdad.
El autocuidado no es un premio. No es un lujo. No es algo que «te ganas» cuando ya hiciste todo lo demás. El autocuidado es una forma de decirte a ti misma: “Me importo. Merezco sentirme bien. Merezco sostenerme antes de sostener a los demás”.
Crear un pequeño ritual para ti —aunque sea una vez por semana— no es huir del mundo. Es volver a ti. Es bajar el ruido. Escucharte. Validarte. Sostenerte.
Y aunque al principio te cueste darte ese permiso (sobre todo porque no es lo habitual en ti), con el tiempo vas a notar algo hermoso: cuando tú estás bien contigo, todo alrededor se siente más liviano.
Así que sí, priorízate. No porque esté de moda, sino porque es lo que tu cuerpo y tu corazón te están pidiendo a gritos.
¿Qué es un ritual de autocuidado (y por qué debería importarte ahora más que nunca)?
En esta etapa de cambios internos, donde muchas veces te sientes perdida o desenfocada, tener un ritual de autocuidado no es solo un “extra” bonito.
Es una necesidad emocional.
Un ritual es mucho más que ponerte una mascarilla o hacerte las uñas (aunque eso también puede ser parte).
Un ritual es un espacio contigo misma que repites con intención, como un ancla que te ayuda a volver a tu esencia más compasiva cuando todo afuera se mueve.
No es una rutina más: es tu ancla semanal
Hay una gran diferencia entre “hacer cosas para ti” y crear un ritual. Hacer cosas para ti puede ser espontáneo, ocasional… pero un ritual tiene presencia.
Un ritual es un momento que tú eliges y repites. No se trata de seguir pasos rígidos, sino de crear algo que tenga sentido para ti.
🌿 Intención: lo haces desde el deseo de cuidarte, no porque “toca”.
🌿 Presencia: estás ahí, contigo, sin ser multitarea.
🌿 Repetición: lo haces cada semana, como un compromiso de amor propio.
Ese momento se convierte en un faro: sabes que viene, lo esperas, te sostiene, te nutre.
Cómo el ritual ayuda a regular tus emociones y energía en la perimenopausia
Cuando repites una práctica de autocuidado cada semana, tu cuerpo y tu mente lo registran como un refugio seguro.
✓ Reduce la ansiedad, porque tu sistema nervioso empieza a anticipar ese espacio de calma.
✓ Te da una sensación de control emocional, en un momento en que muchas cosas parecen cambiar sin previo aviso.
✓ Mejora tu sueño, porque al bajarle el volumen al estrés, el cuerpo descansa mejor.
✓ Te reconecta contigo, con lo que sientes, con lo que necesitas, con lo que eres ahora.
En resumen: tu ritual no es un capricho, es una medicina emocional profunda.
Cómo crear tu propio ritual semanal de autocuidado (sin complicarte la vida)
Esto no se trata de hacerlo perfecto. Se trata de hacerlo tuyo. De permitirte tener un momento en la semana que te recuerde que existes más allá de tus responsabilidades.
Paso 1: Escúchate sin juicios
Antes de crear tu ritual, haz una pausa y pregúntate:
- ¿Qué necesita hoy mi cuerpo?
- ¿Qué emociones estoy sintiendo más fuerte últimamente?
- ¿Qué me daría alivio, aunque sea por un ratito?
Puedes anotar lo que surja, sin filtro, sin corregir. Lo importante es escucharte sin exigencias.
A veces tu cuerpo pedirá descanso. A veces movimiento. A veces solo silencio.
Paso 2: Elige un momento sagrado en la semana (y protégelo)
Este es tu compromiso contigo.
Busca un día y una hora que puedas reservar con amor y firmeza. Algunos ejemplos:
🌸 Domingo por la mañana, antes de que empiece la semana.
🌙 Miércoles por la tarde, para reconectar en mitad del caos.
☕ Viernes por la noche, como un cierre suave.
No importa cuál elijas. Lo que importa es que ese espacio lo protejas como algo sagrado.
Paso 3: Crea un ambiente que te invite a reconectar contigo
Tu ritual comienza desde cómo preparas el espacio.
Activa tus sentidos:
- Aromas suaves (incienso, aceites esenciales, velas).
- Música que te abrace o silencio profundo.
- Luz cálida y baja que invite al descanso.
- Un lugar tranquilo, aunque sea un rincón solo tuyo.
Ese ambiente le dice a tu sistema nervioso: “Aquí puedes bajar la guardia. Aquí estás segura, estás en casa”.
Paso 4: El ritual no tiene reglas, solo intención
No hay un “deberías” en esto.
No estás rindiendo cuentas a nadie.
Haz lo que tu alma necesite en ese momento.
Algunas ideas simples de ritual:
- Un baño largo con música y aromas.
- Escribir lo que sientes (journaling), sin filtros (a mí me funciona también grabarme en audios, solo para mí).
- Estirar el cuerpo suavemente con yoga o movimientos conscientes.
- Leer algo que te inspire, con una taza de té caliente.
- Llorar. Respirar. Hacer nada.
Más importante que lo que haces, es cómo te sientes al hacerlo.
Mi ritual personal: así es como me priorizo cada semana
No te voy a mentir: hubo un tiempo en que no sabía por dónde empezar.
Sabía que necesitaba un cambio, un momento solo para mí, pero no me salía natural, se sentía más bien un “debería” más en mi larga lista de pendientes. Además, me sentía culpable. Me decía: “con todo lo que tienes que hacer, ¿te vas a poner a reposar?”.
Pero mi cuerpo empezó a hablar. Con agotamiento. Con llanto sin explicación. Con una necesidad tan profunda de espacio que a veces solo quería desaparecer por un rato. Algunas veces soñaba con salir corriendo a quién sabe dónde, pero que fuera lejos, muy lejos de todo y de todos.
Así que decidí empezar por algo pequeño.
Un domingo, estando yo sola en casa, me encerré en el baño, puse una playlist que tengo llamada “La llorona” y me quedé ahí, en la regadera con el agua caliente dejándose caer en mi cuerpo, en silencio. Comencé a llorar, me dejé fluir, me permití liberar lo que ya no necesito más. Fue simple. Pero algo dentro de mí hizo clic. Me sentí cuidada, atendida. Por mí.
Desde entonces, mi ritual ha ido cambiando, he probado otras rutinas (no siempre siento la imperiosa necesidad de llorar), pero hay algo que siempre intento mantener:
🕯️ Los domingos por la mañana son sagrados para mí.
✨ A veces escribo en mi diario. A veces solo tomo té mirando por la ventana.
🧘♀️ Otras veces me muevo lento con yoga suave o simplemente respiro profundo.
📴 Lo importante: el celular está lejos. Y no hay culpas.
Hay domingos en que no me sale (sobretodo porque suelen salir otros compromisos). Y está bien. Soy flexible. Pero cuando me doy ese espacio, aunque sea por media hora, me siento más centrada. Más yo.
Ese momento no soluciona todo. Pero me recuerda que sigo aquí. Que importo (iniciando por importarme a mí). Que puedo sostenerme. Que tengo lo más importante que puedo tener: a mí misma.
Un recordatorio importante antes de terminar
No tienes que hacerlo perfecto.
No necesitas tener todo bajo control. No necesitas hacerlo igual cada semana. No necesitas hacerlo “como debería ser”. Puedes probar hacerlo incluso en un horario distinto.
Solo necesitas darte permiso.
De sentir. De descansar. De escucharte.
Este ritual no es una tarea más.
Es un regalo tuyo para ti.
Un espacio para reconectar con esa parte tuya que, a pesar de los cambios, sigue siendo profundamente valiosa.
¿Conoces a otra mujer que necesita este mensaje?
👉 Comparte este artículo con ella.
Quizás justo hoy está buscando una señal para priorizarse. A veces, un simple texto puede ser ese abrazo silencioso que está esperando. No sabemos por lo que están pasando las demás, pero sí sabemos lo mucho que puede significar que alguien les diga: “te entiendo, no estás sola.”
¿Quieres entender mejor lo que estás viviendo?


👉 Descubre el ebook “Autocuidado Esencial Durante la Perimenopausia”
Una guía clara, cálida y directa para acompañarte en esta etapa con conocimiento, compasión y calma.
Empieza hoy: crea tu momento, reclámate de vuelta
No esperes más para darte el permiso que necesitas. La vida sigue corriendo, pero tú puedes elegir pausar.
Recuperar tu centro no es egoísta, es medicina para el alma.
Tomarte ese espacio para ti misma es un acto de amor profundo y de respeto por tu bienestar. Cada pequeño momento de autocuidado es una forma de reconectar con lo que eres y lo que necesitas.
No tienes que ser perfecta, solo tienes que ser auténtica contigo misma. Sin filtros, tal cual eres y sentirte honrada por ello.
Hoy es el día perfecto para comenzar. Da el primer paso, aunque sea pequeño.
Hazlo por ti, porque mereces el camino que has recorrido y a donde has llegado siendo la mujer que eres, tal como lo eres, con el cuerpo que tienes.